- La salud interior
Sólo el 1% de la población mundial está interiormente sana. El 99% restante tenemos, en mayor o menor medida, algún tipo de daño que nos impide vivir plenamente en el presente, relacionarnos bien con los demás y ser felices.
La falta de salud interior se manifiesta en la vida adulta a través de sentimientos desordenados, desajustados que nos impiden sentirnos realmente bien: miedo, ira, vergüenza, impotencia, culpa, etc. También se manifiesta mediante conductas que no son adecuadas, comportamientos exagerados, sensación de confusión e impotencia, problemas de salud, etc.
Literalmente queremos hacer las cosas bien, adecuadamente, con eficiencia y eficacia y no podemos; terminamos haciendo las cosas mal, una y otra vez, sin poder hacer cambios positivos. “Hago el mal que no quiero y no el bien que quisiera hacer”.
Estos daños generalmente se producen en la infancia, cuando estamos en una situación de dependencia de los adultos; cuando estamos indefensos y vulnerables. Las heridas quedan en el interior, actuando desde ahí, en espera de ser sanadas.
- Sanar el interior
Las heridas son producidas por el trato inadecuado recibido durante la infancia. Este trato inadecuado o maltrato se guarda en el secreto del corazón. Se sufre en el silencio y en la soledad.
Para sanar es indispensable:
- Detectar las señales de los daños interiores
- Querer sanar
- Abrir el interior para que aflore el daño
- Expresar el sufrimiento personal, para que salga del interior
- Tener un testigo que nos acompañe y valide y confirme nuestra experiencia
Este proceso requiere de la presencia de una persona que nos acompañe, nos escuche con atención, empatía y respeto, que nos comprenda y se ponga de nuestro lado. No necesitamos juicios, órdenes ni consejos. Sólo necesitamos a alguien que abra su corazón para depositar en él nuestro dolor. Busca a ese compañero de viaje.
QUIEN ENCUENTRA UN AMIGO, ENCUENTRA UN TESORO
Te sugerimos trabajar con nuestro curso. LA CURACIÓN DEL NIÑO INTERIOR