Volar con las alas rotas

“Vivir con el interior herido es como querer volar con las alas rotas”
Volar con las alas rotas se parece a aquella historia de una amiga muy querida que desde niña tenía problemas interiores, se manifestaban en una compulsión por comerse las uñas.  Empezó poco a poco y siguió creciendo a tal grado, que sus pequeños dedos se fueron deformando: ya no parecían dedos, parecían pequeños muñones. Al ir creciendo esa parte de su cuerpo le avergonzaba y trataba de ocultar sus manos sin lograrlo. Así fue avanzando por la vida “volando con sus alas rotas”, buscando todo tipo de soluciones, remedios y alternativas, sin tener éxito.
Hace algunos años decidió participar en el curso La Curación del Niño Interior, buscando solución para otros problemas que la aquejaban en sus relaciones familiares. Durante el curso trabajó y recorrió ese camino a su interior y pudo descubrir la raíz de sus heridas emocionales.
Después de algunos meses nos encontramos. Su cara lucia radiante y nos mostraba sus manos, hermosas, restauradas, recuperadas, con las uñas crecidas, pintadas, perfectamente arregladas. Ya no volvieron a ser motivo de vergüenza. Nos comentó que en el Curso se había dado cuenta de los miedos que la mantenían atrapada en esa ansiedad, que la llevaba a comerse continuamente sus uñas. El trabajo realizado en el Curso le ayudó a sanar esa herida y desde ahí se está ejercitando en crecer la confianza y la alegría que la mantienen ahora en un estado saludable con paz, confianza y alegría.
¿Por qué quedamos atrapados en hábitos, sentimientos o costumbres que nos es difícil superar, por no decir, imposibles de romper? ¿Por qué muchas veces acabamos frustrados, llenos de impotencia y de rabia, miedo y desesperación?
Esto nos sucede porque tenemos daños en nuestras emociones y en nuestros hábitos, que se generaron por tratos inadecuados recibidos en la infancia, dañando a nuestro Niño Interior.
¿Qué es el Niño Interior?
Responder a esta pregunta es fundamental porque a veces se entiende que el Niño Interior es una especie de bebé no desarrollado que se tiene misteriosamente dentro de nosotros y que necesita ser curado. También puede entenderse el Niño Interior como un “otro yo”, distinto de nosotros mismos, como si se tratara de otra persona.
El Niño Interior es una parte de nosotros mismos que no ha podido crecer, que no ha podido desarrollarse adecuadamente; no ha crecido, madurado, porque está herida, lastimada.
El Niño Interior es una parte de nosotros mismos que no pudo crecer adecuadamente y que actúa inadecuadamente en la vida adulta.
¿Que le ocurrió al Niño Interior?
Fue lastimado por un trato inadecuado recibido en la infancia y por lo tanto necesitamos realizar un proceso de curación. Al igual que las heridas físicas, la tarea de sanar las heridas emocionales pasa por un proceso:
  1. Darte cuenta de que tienes heridas interiores que se manifiestan de muy diversos modos: malestar emocional, irritabilidad, miedo, ansiedad, vergüenza, tendencias depresivas, dificultades para establecer relaciones saludables con los demás, baja productividad en el trabajo, baja autoestima, problemas de codependencia, etc.
  2. Detectar la causa. Normalmente la causa se encuentra el un trato inadecuado recibido en la infancia o en la falta de atención para satisfacer necesidades emocionales: agresiones físicas, verbales, emocionales, abandono, descuido, carencias económicas fuertes, etc.
  3. Realizar un proceso de sanación de las heridas interiores. Es necesario aceptar el propio dolor emocional y hacer un proceso profundo de reconciliación con la propia historia, mediante el proceso de duelo y el perdón profundo.
La Curación del Niño Interior libera de los daños emocionales, generando una experiencia de paz y serenidad que permite reanudar el camino del crecimiento personal. Permite además realizar los nuevos aprendizajes para desarrollar las capacidades y habilidades personales y sociales que son indispensables para vivir una vida plena en el presente.
Para ver más información de nuestro Curso La Curación del Niño Interior, da clic en el siguiente enlace:
https://www.curaciondelninointerior.com/actividades/la-curacion-del-nino-interior/

Lo que más me sorprende

 Lo que más me sorprende del hombre occidental
es que pierde la salud para ganar dinero. 
Después pierde el dinero para recuperar la salud.

Y por pensar ansiosamente en el futuro, no disfruta del presente, por lo que no vive el presente ni el futuro.

Y vive como si no tuviera que morir nunca, y muere como si nunca hubiera vivido.

Dalai Lama

Vivir es un privilegio

Vivir es un privilegio 
Poder mirar el cielo azul… las nubes rasgadas… la brisa fresca de la   tarde… Poder correr descalzo por la arena, mojándote los pies con las aguas frescas y espumosas de una tarde en la playa… Poder gritar, cantar, bailar…
Poder mirar y reflejarte en la mirada de un niño pequeño… Cortar flores en el campo, oler sus aromas y perfumes, dejar entrar sus formas y colores…
Contemplar la variedad de razas, rasgos físicos, pueblos y tradiciones, música, canciones, baile y colorido… alimentos… rituales… arrullos…
En suma, VIVIR…
Porque la inmensa mayoría de las personas no vive: agoniza. Sobrevive día a día arrastrando su vida, literalmente empujándola, como un auto descompuesto y cuesta arriba…
Basta de sufrir, basta de lamentos. Es hora de despertar; es hora de poner las cosas en su lugar, para que puedas salir con los brazos abiertos y levantados, dejar atrás la oscuridad de los calabozos y de las pesadas cadenas interiores. Y liberado, dar un salto a la vida.
La vida es una fiesta, armonizada por una gran orquesta que, sin ti, no está completa…
Bienvenido al mundo, bienvenido a la vida…
Es hora de despertar. Basta de lamentos. ¡A caminar!
Gema Torres de Balderas

Los indios Cherokee…

Los indios Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser adultos. Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo.

El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer. Él no puede pedir auxilio a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es un hombre. Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar o platicar de su vivencia con los demás chicos.

Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos: bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan… o quizás, hasta algún humano que puede hacerle daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que ésta es la única manera en que puede llegar a ser un hombre ante los ancianos de su tribu.

Finalmente, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre no se ha separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.

De esa misma forma, nosotros tampoco estamos solos. Aun cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida, nuestro Padre Celestial está a nuestro lado, velando por nosotros, cuidándonos y protegiéndonos de los peligros que nos acechan. Por eso, cuando vengan los problemas y las sombras nos envuelvan, lo único que tenemos que hacer es confiar en Él, con la seguridad de que algún día vendrá el amanecer, nos quitaremos la venda y lo veremos cara a cara tal cual es.

Antes de entrar en el mar…

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo.

Mira hacia atrás y ve todo el camino que ha recorrido: las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino que ha abierto a través de selvas y poblados.

Y ve frente a sí un océano tan grande que, entrar en él, sólo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera; el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano.

Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque sólo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino convertirse él mismo en océano.

Khalil Gibran