Vivir es un privilegio

Vivir es un privilegio 
Poder mirar el cielo azul… las nubes rasgadas… la brisa fresca de la   tarde… Poder correr descalzo por la arena, mojándote los pies con las aguas frescas y espumosas de una tarde en la playa… Poder gritar, cantar, bailar…
Poder mirar y reflejarte en la mirada de un niño pequeño… Cortar flores en el campo, oler sus aromas y perfumes, dejar entrar sus formas y colores…
Contemplar la variedad de razas, rasgos físicos, pueblos y tradiciones, música, canciones, baile y colorido… alimentos… rituales… arrullos…
En suma, VIVIR…
Porque la inmensa mayoría de las personas no vive: agoniza. Sobrevive día a día arrastrando su vida, literalmente empujándola, como un auto descompuesto y cuesta arriba…
Basta de sufrir, basta de lamentos. Es hora de despertar; es hora de poner las cosas en su lugar, para que puedas salir con los brazos abiertos y levantados, dejar atrás la oscuridad de los calabozos y de las pesadas cadenas interiores. Y liberado, dar un salto a la vida.
La vida es una fiesta, armonizada por una gran orquesta que, sin ti, no está completa…
Bienvenido al mundo, bienvenido a la vida…
Es hora de despertar. Basta de lamentos. ¡A caminar!
Gema Torres de Balderas

Los indios Cherokee…

Los indios Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser adultos. Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo.

El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer. Él no puede pedir auxilio a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es un hombre. Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar o platicar de su vivencia con los demás chicos.

Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos: bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan… o quizás, hasta algún humano que puede hacerle daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que ésta es la única manera en que puede llegar a ser un hombre ante los ancianos de su tribu.

Finalmente, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre no se ha separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.

De esa misma forma, nosotros tampoco estamos solos. Aun cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida, nuestro Padre Celestial está a nuestro lado, velando por nosotros, cuidándonos y protegiéndonos de los peligros que nos acechan. Por eso, cuando vengan los problemas y las sombras nos envuelvan, lo único que tenemos que hacer es confiar en Él, con la seguridad de que algún día vendrá el amanecer, nos quitaremos la venda y lo veremos cara a cara tal cual es.

Antes de entrar en el mar…

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo.

Mira hacia atrás y ve todo el camino que ha recorrido: las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino que ha abierto a través de selvas y poblados.

Y ve frente a sí un océano tan grande que, entrar en él, sólo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera; el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano.

Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque sólo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino convertirse él mismo en océano.

Khalil Gibran

El secreto de la vida

Un campesino acostumbraba a decirle a sus hijos cuando eran niños: 
-Cuando tengan 12 años les contaré el secreto de la vida.
-Cuando el mas grande cumplió los 12 años le preguntó ansiosamente a su padre cuál era el secreto de la vida.
El padre le respondió que se lo iba a decir, pero que no debía revelárselo a sus hermanos.
-El secreto de la vida es este: La vaca no da leche.
-¿Qué dices?- preguntó incrédulo el muchacho.
-Tal cual lo escuchas, hijo: La vaca no da leche, hay que ordeñarla. Tenes que levantarte a las 4 de la mañana, ir al campo, caminar por el corral lleno de excremento, atar la cola y las patas de la vaca, sentarte en el banquito, colocar el balde y hacer los movimientos adecuados!
Ese es el secreto de la vida. La vaca, la cabra, o la llama no dan leche. Las ordeñas…o no tienes leche.

Cómo tener valor para vencer los temores

Cuando tenemos el Niño Interior herido, somos presas fáciles del miedo y el temor. Aprende a vencerlos para que tengas una vida plena y feliz.

Cómo tener valor para vencer los temores 

  1. El temor

Crecer, desarrollarse, madurar, progresar es caminar hacia un mundo desconocido, en el que nunca hemos estado.

El temor es el estado de ánimo que nos hace huir de las cosas que consideramos arriesgadas o peligrosas. Es el miedo o la sospecha de sufrir un daño futuro. Generalmente experimentamos temor hacia aquello que no conocemos. Como el crecimiento personal es un paso hacia el mundo desconocido del futuro, el proceso de avanzar y de crecer nos da miedo y temor.

Muchas personas se detienen en el proceso de maduración personal y cancelan sus posibilidades de felicidad y éxito porque quedan paralizadas por el temor y el miedo. No tienen la fuerza necesaria para seguir adelante.

  1. El Valor

Para dar pasos siempre hacia adelante, para continuar creciendo, madurando y ser felices, es necesario tener valor. El valor es necesario para progresar, el valor es el estado de ánimo que nos mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros. Es el valor el que nos hace osados, valerosos, firmes, fuertes, resueltos, decididos, perseverantes para continuar adelante a pesar de las dificultades y problemas de la vida, a pesar de las derrotas e incluso del dolor.

  1. El Amor

Donde hay amor no hay temor. El amor es la única fuerza que echa fuera de nosotros el temor. Para tener valor hay que amar. Quien ama poco, tiene poco valor. Quien ama mucho, tiene mucho valor, al punto de que es capaz de dar la vida por aquello que ama.

Amamos aquello que para nosotros es importante, aquello que queremos y deseamos por encima de todas las cosas. El amor nos da el valor necesario para hacer lo que sea, con tal de alcanzar aquello que amamos. El amor genera en nosotros el valor para comprometernos, para trabajar intensamente, para prepararnos, para aprender todo aquello que necesitamos saber para alcanzar los objetivos más valiosos de nuestra vida.

Y tú ¿qué es lo que más amas en la vida?

  1. Apoyos

Ponemos a tu disposición los siguientes audios que te ayudarán en tu proceso de crecimiento personal. (Da clic en el título del audio)

  1. Cómo vencer la indecisión

  2. Cómo manejar mis sentimientos